TAN DIFERENTEMENTE IGUALES

17.06.2021


⁃ ¿Os han dado el uniforme dentro?

⁃ No, en Cádiz.

  Aún no lo sabíamos, pero nuestras vidas estaban a punto de cambiar, para siempre.

    Recuerdo perfectamente cuantos pasos diste desde que te vi hasta que llegaste al punto de encuentro. Y ahí estábamos, aproximadamente 60 personas, y entre todas tú.

   Pasamos a aquella oficina de policía donde faltaban sillas, y aún así, causalmente te sentaste detrás de mi. Uno a uno nos fueron nombrando, y sin esperarlo, estaba en el grupo el chico más curioso que jamás había visto. La cosa no paraba de mejorar, hasta el punto de acompañarme en coche al destino, nuestra primera playa. Queriendo o sin querer pasamos el resto de horas hablando y caminando sin parar, hasta que terminó nuestro primer día, o como a mi me gusta llamarlo, donde comenzó todo.

   Gracias a tu despiste tuviste que acompañarme hasta mi coche a por tu sudadera, y fue justo en ese momento, en el que tú abrías la puerta, y yo sentada dentro viendo cómo la cogías, cuando tuve la sensación de que el mundo se paró en tus ojos. Yo no tenia ni idea, pero esa mirada lo cambió todo.

   Y entonces, me cambiaron de playa y de grupo. En ese momento sentí la impotencia de tener que volver a empezar de cero, pero enseguida se esfumó al saber que a los dos días tú volverías.

  De los paseos infinitos, pasamos a las risas eternas. Poco a poco íbamos creando ese lugar especial tan nuestro lleno de complicidad. Las incontables miradas inocentes, los gestos, las bromas y las caricias. La apuesta que olvidamos, y los deseos que nunca contamos. Esos descansos entre cosquillas, y sin querer, siempre tus manos enredadas en las mías.

   Dispuestos a no querer despedirnos nos fuimos ese último día, sin saber que poco después Mulán nos uniría.

   La despedida llegó, con espectadores de entre 6 y 8 años, lágrimas que caían sin parar, y nuestros brazos que no se querían despegar.

  Y lo más bonito es que pese a todo, no perdemos la complicidad, seguimos riéndonos sin parar, con mil planes que tachar, nuestros ojos que se buscan sin cesar, y cuatro manos dispuestas a esperar lo que haga falta y más.

   Por que todo merece la alegría, y eres tú quien me la das.

  Que este cariño, felicidad y aventura no deje de multiplicarse por cada día que pase.

   Gracias por este tiempo cargado de cosas buenas y bonitas.

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