LLAMARTE AMOR
Siempre tuve claro que aquel brillo en los ojos no mentía. Ya me lo dijo mi por entonces mejor amiga, que mis gestos eran distintos, que agachaba la cabeza tímidamente y si me dirigía la palabra yo moría de vergüenza.
No sé como tantos años después esta situación se me ha escapado de las manos. Que lo he intentado. Deje de hablar de ti y de hablarte a ti. Pero al final de cada noche siempre te pensaba, e imaginaba mi mundo de tu mano. Que nos llamamos para felicitarnos cada cumpleaños, y soy incapaz de colgar...
Que después de tantos años, no estaba preparada para volver a verte. Y allí estabas, esperándome, de espaldas. Que cuando te giraste y me viste, mi corazón dio un vuelco y no sabía si pararme a recomponerme o seguir. Y no dudé, seguí, hacia ti.
Te juro que inventé mil formas de encontrarnos y saludarnos, pero nunca imaginé aquella.
Quería abrazarte, lo necesitaba. Quería que tú tuvieras las mismas ganas que yo, y abrazarnos fuerte. Ahí romperíamos el hielo que construimos con los años. Pero no sucedió.
Tenía mil cosas que contarte, las ordené una a una y sabía perfectamente cuál iba después de cada una de ellas. Pero sonó tu voz. Te dirigías a mi, y te juro que no sabía con qué mano agarrar el corazón y con qué pie pararme para sostenerme. Me desestabilizaste por completo. Tenía claro que no, que no te había olvidado. Que habían pasado más de 10 años y me volví a ver ese brillo en los ojos en aquel escaparate.
De repente mi voz se quebraba, ya no recordaba que tenía que contarte primero, ni cuál era aquel chiste que inventé que te haría reír. Mis pies tropezaban con el ritmo que marcaban tus pasos, y yo tratando de seguirte. Y que ojalá tropezara con tu boca, pero no tuve tanta suerte.
Y suerte la que no supe aprovechar de estar contigo. Si tú ibas deprisa, el reloj ya estaba llegando a la meta. Corría el tiempo sin cesar, y yo no sabía deshacerme de aquel momento.
- Por favor, céntrate, aprovecha este instante, siéntete agradecida. - me repetía una y otra vez.
Y para qué. Si el sol ya caía, mi suela se desgastaba, y el último aliento fue para despedirte.
Y es que ojalá te hubieras dado la vuelta. Ojalá me hubieses mirado una vez más. Ojalá hubieses sentido como mi piel gritaba que te quedaras. Nunca ansié tanto unas manos como las tuyas. Te habrías dado cuenta al instante de que era yo, aquella chica risueña y soñadora dispuesta a escalar el mapa, lo que tú necesitabas.
Dicen que el primer amor nunca se olvida. Imagínate yo, que nunca he podido siquiera llamarte amor.